Comentarios a las lecturas de la Misa diaria.

sábado, 5 de julio de 2014

Domingo XIV del Tiempo Ordinario, ciclo A.

1ª lectura:  Zacarías 9,9-10; Salmo 145(144),1-2.8-9.10-11.13cd-14; Romanos 8,9.11-13; Evangelio según San Mateo 11,25-30. 

Queridos/as hermanos/as:
¡Qué bueno es Dios!, que nos ama tanto, y nos alivia de nuestros cansancios y preocupaciones. 

¡Cuánto da para meditar el Evangelio de hoy!
Por un lado, Jesús alaba al Padre por su pedagogía de manifestarse a los sencillos. Así lo ha hecho en toda la historia de la salvación. Si uno recorre la Biblia, Dios siempre se manifiesta en lo sencillo, en lo humilde, en lo pobre, como para que aprendamos con San Pablo: "te basta mi Gracia, que mi fuerza se manifiesta perfecta en tu debilidad". Así que, tomar conciencia de nuestra debilidad nos ayuda a descubrir la maravillosa acción de Dios en nuestra vida, descubrir como San Pablo, que "todo lo puedo en Aquél que me fortalece". Y si nos queda alguna duda, el mismo Jesús nos dice: "vengan a mí los cansados y agobiados, y yo los aliviaré". Cuántas situaciones muchas veces nos preocupan y agobian; para muchas de ellas parece que no podemos hacer nada. Jesús nos invita a compartir con Él nuestras cargas, Él nos aliviará como ya lo hizo en la Cruz. También nos invita a ser como Él, que es paciente y humilde de corazón, como ya lo había profetizado Zacarías: "Él es justo y victorioso...es humilde...proclamará la paz". Él viene a traer la paz a nuestras vidas.

Pero sabemos bien que tener un corazón paciente y humilde como el de Jesús  no es fácil. Por eso, San Pablo nos recuerda que que el Espíritu de Dios habita en nuestros corazones; Él nos dará nueva vida y la gracia para seguir cada vez mejor a Jesús.

Si todo esto no alcanzó para decir ¡qué bueno es Dios!, echemos un vistazo a lo que nos dice el salmista:
- El Señor es bondadoso y compasivo;
- lento para enojarse y de gran misericordia; 
- es bueno con todos;
- tiene compasión de todas sus criaturas;
es fiel en todas sus palabras;
- bondadoso en todas sus acciones;
- sostiene a los que caen;
- endereza a los que están encorvados.

A este Dios que es tan bueno y nos ama tanto, vamos a pedirle que nos ayude a tomar cada vez más conciencia de su amor; y a María, nuestra Madre que nos ayuda, ella que como nadie supo tener un corazón disponible a la acción del Espíritu, vamos a pedirle que nos ayude a abrir nuestro corazón a la acción de ese mismo Espíritu para que podamos llegar a ser como Jesús, mansos y humildes de corazón.

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