Comentarios a las lecturas de la Misa diaria.

domingo, 25 de mayo de 2014

Domingo VI de Pascua.

1ª Lectura: Hechos de los Apóstoles 8,5-8.14-17; Salmo 66(65),1-3a.4-5.6-7a.16.20; 2ª lectura: Epístola I de San Pedro 3,15-18; Evangelio según San Juan 14,15-21. 

Queridos/as hermanos/as:
¡Qué bueno es Dios!, que no se deja ganar en generosidad, y nos sorprende con regalos inesperados.
Hoy siento la necesidad de compartir una experiencia, en vez del comentario a las lecturas. Elijo como hilo conductor la frase del salmo que meditamos hoy: "¡Qué admirables son tus obras Señor!"
En la mañana celebré la Eucaristía en mi parroquia. Luego celebré el bautismo de tres niñas y dos varones. Casualmente los dos varones se llamaban Mateo; dos niñas Victoria, y otra Milagros. Al terminar el bautismo y recoger las cosas se me ocurrió, por primera vez en mi vida, preparar la "crismera", un recipiente para llevar el óleo de los enfermos, que iba a llevar siempre conmigo, por si alguien me solicitara el sacramento de la Unción de los Enfermos. Así lo hice, y la coloqué en mi mochila. Luego salí a visitar a mi madre.
Al atardecer, salí hacia la parroquia San Juan Bautista de Pocitos, donde celebré a las 20, en acción de gracias por todo lo que esa comunidad me regaló en los años que estuve allí. Fue una linda experiencia.

Pero a la salida de la Misa, se acercó una señora, para preguntarme si podría darle la unción a su mamá. Ella estaba en coma, con metástasis, y temían que falleciera sin el sacramento. Con un poco de temor accedí. En ese momento, por teléfono le avisan que la mamá había despertado. Llegamos a la casa donde se encontraba, y encontré a una señora mayor, postrada, con oxígeno, pero lúcida. Me habían avisado que ella no me contestaría, sin embargo, pudimos compartir un sencillo diálogo. Celebramos la Unción y recibió la Eucaristía. Respondió a todas las oraciones, y rezó con nosotros. La familia me trajo de regreso al Cerro.
En el camino de regreso, mientras recibía el agradecimiento de la familia, pensaba sin cesar "¡Qué admirables son tus obras, Señor!", Tú "no te dejas ganar en generosidad". 

En la Facultad habíamos estudiado lo que es la Gracia de estado: una ayuda de Dios para llevar adelante la misión que nos encomienda. Hasta hoy, para mí era un concepto abstracto. Hoy, es la única explicación que encuentro al haber preparado la crismera, y al hecho de que la persona estuviese tan lúcida.
Obviamente estos hechos maravillosos se deben a su amor, y "Dios me libre gloriarme de otra cosa que no sea la Cruz de Nuestro Señor Jesucristo", Dios me libre de alguna vez creer que estas maravillas las realizo yo, y no Él, Dios me libre sentir orgullo de otra cosa que no sea su Amor.

Hoy aprendí sobre los sacramentos mucho más de lo que había estudiado en los manuales.
"Señor, ¡qué admirables son tus obras!

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