Comentarios a las lecturas de la Misa diaria.

domingo, 24 de abril de 2016

Domingo V de Pascua, ciclo C.

1ª lectura: Hechos de los Apóstoles 14,21b-27; Salmo 145(144),8-9.10-11.12-13ab; Apocalipsis 21,1-5a; Evangelio según San Juan 13,31-33a.34-35.

Queridos/as hermanos/as:

¡Qué bueno es Dios!, que nos ayuda a amar como Él nos ama.

Contemplamos un texto del evangelio de San Juan. Nos encontramos en el contexto de la Última Cena, donde Juan nos relata el episodio del lavatorio de los pies, con el que asocia a la Eucaristía con el servicio, el amor a Dios con el amor a los hermanos, y todo esto con la muerte y resurrección de Jesús.

El texto comienza con la partida de Judas. Siendo Jesús la Luz del mundo, Judas al apartarse de Él va a la noche, a la oscuridad. Comienza en este evangelio la "hora de la glorificación", comienza el ciclo de la Pasión de Jesús, y es el momento de la gloria porque, como dice San Ireneo de Lyon, "la gloria de Dios es que el hombre viva", y Jesús entrega su vida para salvar la nuestra.

En este contexto, en el que Jesús dirige su "discurso de despedida" a los discípulos, les encomienda el mandamiento nuevo. ¿En qué sentido es nuevo?, porque ya hemos encontrado esta formulación en un diálogo entre Jesús y un maestro de la ley, es decir, ya existía una conciencia de la importancia del mandamiento del amor. Es "nuevo", porque ya no depende solo de nuestras fuerzas. Me explico: La Ley, lo diez mandamientos, las normas de los judíos, parecen depender exclusivamente de la voluntad y decisión de la persona. En el caso del mandamiento nuevo, nos sostiene el amor de Dios. ¿Por qué digo esto? Porque en el textos original (griego) la palabra que se usa para decir "como" también significa "porque"; es decir, podríamos entender "ámense unos a otros como yo los he amado", o "ámense unos a otros porque yo los he amado". De todas formas lo que nos quiere trasmitir que podemos amar como Él ama, porque Él nos amó primero y nos llenó con su amor, y es sostenidos por ese amor que se nos hace posible amar a los demás. Si dependiera solo de nosotros sabemos lo difícil que sería, porque nos cuesta aceptar a los demás tal como son, con sus defectos y virtudes, etc. Sólo sostenidos por su amor es posible amar como Él ama.

Con razón el salmo nos invita a bendecir al Señor, porque "es bondadoso y compasivo, lento para enojarse y de gran misericordia; el Señor es bueno con todos y tiene compasión de todas sus criaturas". 

¿Por qué amar como nos pide Jesús? Porque sabemos que es el camino que Él nos regala hacia ese "cielo nuevo y una tierra nueva", donde "Él secará todas sus lágrimas, y no habrá más muerte, ni pena, ni queja, ni dolor, porque todo lo de antes pasó". Hacia ese horizonte caminamos, y el camino es el amor.

A este Dios tan bueno, le vamos a pedir que nos ayude a seguir creciendo en la vivencia de este mandamiento del amor; y a María, Madre del Amor, le vamos a pedir que nos regale la capacidad de aceptar a nuestros hermanos tal como son, y amándolos, podamos llegar juntos un día a ese cielo nuevo y tierra nueva donde seremos plenamente felices.

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